Una receta centenaria

Sobre Leiner

Cuatro generaciones de buen gusto

Mario con ayuda de su madre Heidi, han traído un poco de Baviera a Madrid.

Desde el 2023, Mario Leiner viene importando las cervezas olvidades de Franconia Alta. Una selección de cervezas cuidadosamente seleccionada, que cada semana cambia sus botellas para ofrecer en cada visita una experiencia nueva.

 

La familia Leiner

Historia

Detrás de Leiner nos encontramos con una Familia de Baviera
con cuatro generaciones de experiencia hostelera.

Hedwig y Georg Meierlohr se conocieron en 1950 en la localidad de Oberstdorf en un balneario enclavado en los Alpes alemanes del Allgäu.

Ambos trabajaban en la hostelería. En 1955 decidieron buscar un empleo que les ocupase a los dos. Y así, al poco, en el Hotel Bachmair Weissach, en Tegernsee, Georg empezó como pastelero y Hedwig como mano derecha de la dueña ayudándola en la organización de las cocinas y los restaurantes.

Con el tiempo fue creciendo en Hedwig y Georg el deseo de poder dirigir su propio restaurante. Y con este propósito, en el año 1959, se mudaron a la ciudad de Kronach, en Franconia Alta, para tomar las riendas del Café Schultz, una cafetería con Barbetrieb. …

La clientela crecía sin parar enamorados de las tartas y los pasteles que a diario elaboraba Georg. Además de la repostería los clientes apreciaban la comida casera que, en ocasiones, cocinaba Hedwig. Decidieron, entonces, que era el momento de ampliar el negocio ofreciendo platos sencillos de la comida alemana. Aún hoy se recuerda aquella famosa sopa de gulasch. La picaresca del estómago siempre ha sido un fuerte de la familia Meierlohr/Ade. Tras el baile de los fines de semana no había ganas de recogida y se les ocurrió a mis abuelos sacar la olla de sopa de gulasch a la calle, inundando los rincones de la ciudad vieja de esos aromas. Las noches se alargaban entonces en Cafe Schultz, ahora entiendo de donde me viene esta apreciación de la acogida nocturna tan trabajada en Bar Leiner. Una forma de vida de querer servir para crear hogar.

Al cabo de los años, el negocio de Hedwig y Georg era muy conocido en la comarca y la prosperidad brillaba de la mano maestra de aquellos dos hosteleros.

En 1968 la fábrica de cervezas Leiner, en Förtschendorf, había ampliado su restaurante y el hotel contiguo. Förtschendorf es un pueblo ubicado a unos veinte kilómetros al norte de Kronach, desarrollado en torno a un corredor viario y ferroviario importante en la región, atravesado, además, por un bello curso fluvial en pleno bosque de franconia. La fábrica Leiner buscaba nuevos arrendatarios para gestionar el negocio. A través de recomendaciones llegaron a Hedwig y Georg, y así fue como la pareja se encargó a partir de agosto de 1968 del hotel y del restaurante Leinerbräu.

Hedwig a los fogones y Georg encargado de reposteria, ya maestro pastelero, fueron labrándose un gran prestigio como gastrónomos ofreciendo a su clientela una cocina elevada a partir de los platos tradicionales de la comida alemana.

La gran labor de Georg consistió, sobre todo, en servir con excelencia y precisión la cerveza Leiner cuidando su temperatura y los vasos en los que la servía. Los barriles se almacenaban bien refrigerados en una bodega rocosa, cruzando la carretera y el rio, a la espera de hacer brillar su cerveza sobre la barra de un restaurante que estaba haciendo historia gracias al entusiasmo vocacional de dos almas comprometidas con su pasión.

 

En 1988, ante el delicado estado de salud de Georg, se vieron obligados a poner fin a su aventura, que no punto final, pues dejaron en la memoria colectiva la marca indeleble de aquellos espacios que otorgan sentido a la vida.

Y la prueba de todo aquello es que treinta y tres años después de que Hedwig y Georg se bajaran en su andén, su nieto Mario Lasheras Meierlohr de la mano de su hija Heidi Meierlohr vuelven a subirse a ese tren que, de algún modo, nunca dejó de rodar.

Tener a Heidi como testigo de esa casona alemana, habiendo llevado la sala junto a su padre la sala de este entrañable negocio, muestra que sigue habiendo esperanza en la hostelería de tradición y que en Madrid tenemos un testigo de que la continuidad es posible.

Servus y larga vida a LeinerHaus.